DOCTORES DE LA ESCUELA DE LETRAS EVALÚAN TESIS DOCTORAL
Profesores de la Escuela de Letras, Facultad de Humanidades de la UASD, conformaron Tribunal que evaluó la tesis doctoral del profesor José Alejandro Rodríguez, quién además es maestro de nuestra escuela, a quien extendemos nuestras espléndidas felicitaciones. El Dr. Bartolo García Molina fue el director de dicha tesis.
El tribunal estuvo conformado por el Dr. Manuel Matos Moquete, Premio Nacional de Literatura 2019, Dr. José Remigio García, Director de la Unidad de Currículo del MINERD y por el Dr. Gerardo Roa Ogando, Director de la Escuela de Letras de la UASD.
El Dr. José Alejandro Rodríguez Núñez, en su investigación, evaluó la planificación y la ejecución de la competencia específica en el área de Lengua Española, por parte de los docentes pertenecientes a ocho centros regionales diseminados por todo el territorio nacional; evidenciando cómo a veinte años de haberse iniciado el proceso de transformación curricular con miras al desarrollo de competencias, aún persista el centralismo en el conocimiento, más que en el proceso de adquisición de la escritura y la lectura.
PARTICIPACIÓN DEL DIRECTOR DE LA ESCUELA DE LETRAS EN EL REFERIDO TRIBUNAL DE TESIS DOCTORAL
MIS APUNTES SOBRE LA TESIS DOCTORAL: EVALUACIÓN DE LA
PLANIFICACIÓN Y EJECUCIÓN CURRICULAR DEL ÁREA DE LENGUA ESPAÑOLA, ORIENTADA AL
DESARROLLO DE LA COMPETENCIA ESPECÍFICA DE PRODUCCIÓN ESCRITA, EN EL PRIMER
CICLO DE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA (2018-2019) DEL TESISTA ALEJANDRO RODRÍGUEZ
NÚÑEZ
“Pedes
tuos et vide de caelo el in terra”
El título que encabeza esta breve
reflexión sobre la tesis doctoral del Postulante José Alejandro Rodríguez Núñez
corresponde al campo estricto de la lingüística aplicada. Una dimensión
pedagógica circunscrita en el interés metodológico dirigido a los estudiantes
del nivel seleccionado para que éstos adquieran y desarrollen la competencia
específica de producción escrita en lengua española.
Es justo aclarar que el texto que el
profesor Rodríguez Núñez ha puesto en nuestras manos no es su investigación
doctoral, sino un informe de esta, en tanto el borrador constituye sólo el
producto de más tres años de acciones encaminadas a la búsqueda constante de
informaciones circunscritas a la sistematización de respuesta a sus preguntas
sobre el problema de su investigación. Hago esa aclaración porque cualquiera
pudiera caer en la trampa de pretender evaluar la investigación por la tesis o,
lo que equivaldría a lo mismo, evaluar la tesis por la investigación; es decir,
en palabras del Filósofo alemán Karl Vossler en su ya clásica Filosofía del
Lenguaje, “evaluar el producto como si se tratase de todo el proceso”. En este
sentido, al leer este sustancial texto no lo hice para identificar en él la
superestructura científica del proceso agotado por el autor, de forma aislada.
Para mí el texto completo constituye resultados y conclusiones de su
investigación; y esta característica es altamente favorable para escenario
doctoral que nos convoca.
Precisado este punto, procede afirmar
que los primeros epígrafes de este informe, los cuales Alejandro ha titulado
“perspectiva histórica”… dan cuenta de su transitar por las diferentes fuentes
con las que pudo concebir las dificultades en la aprehensión de la escritura en
términos complejos por estudiantes del primer ciclo de la educación secundaria.
Por ello, José Alejandro Rodríguez informa que escribir no es equiparable a cualesquier estampa gráfica de una rúbrica
o cualquier otro tipo de transcripción que deje el pensamiento fuera. La
escritura es un proceso complejo de creación que resulta de las
representaciones mentales del sujeto. Tales representaciones se adquieren en
los contextos socioculturales, por lo que aprender a contextualizar, en este
caso, a leer y a escribir en contexto, debería y debe ser una de las
competencias asociadas al desarrollo del currículo educativo nacional.
El profesor José Alejandro, basándose
en múltiples argumentos de autoridad, por ejemplo en Daniel Cassany, Elenna
Calsamiglia y Amparo Tusón, etcétera, reconoce la imposibilidad de escribir sin
leer y de leer sin escribir, aun esta última se ejecute sólo en forma de
redacción oral. No es posible escribir sin leer, por lo que aunque por fines
metodológicos eligió los procesos de planificación y ejecución de la escritura
por los profesores en las aulas, no pudo renunciar a la lectura como dínamo
indisociable de la escritura, por supuesto, esto hace alusión a la lectura y
escritura escolar o académica.
Durante las observaciones iniciales José
Alejandro anotó de las planificaciones de los profesores y de los cuadernos de
los estudiantes de 8 centros diseminados por todo el país, el bajo nivel de
atención que dispensan los docentes a los procesos de escritura. Según el
postulante, un alto porcentaje de los
docentes centra su enseñanza en el producto, por lo que las redacciones de los
estudiantes no parten de situaciones reales de comunicación ni de experiencias
de aprendizaje, sino de las consignas que indican, incluso la cantidad de
párrafos, oraciones y proposiciones, etc. que deben contener los textos solicitados
por los profesores, amén de otras acciones que evidencian bajo dominio del
enfoque oficial.
Esta realidad no es nueva en nuestro
sistema si tomamos en cuenta los informes emitidos hace mucho tiempo por Max
Henríquez Ureña, para cuando fue superintendente de educación del gobierno del
tirano y, más recientemente, los informes publicados por el profesor meritísimo
de la UASD y Premio Nacional de Literatura 2019, Manuel Matos Moquete, los
cuales José Alejandro leyó y reseñó en alguna sección de su informe. Lo
sorprendente es que, a más de veinte años de haberse iniciado una campaña de
lectura y escritura procesuales en todas las escuelas oficiales del país, bajo
la consigna, en un primer momento, del
“desarrollo de competencias comunicativas, lingüísticas, intelectuales,
socioculturales y artístico-literaria”, todavía predomine la centralización
en el producto más que en los procesos de creación de mundos posibles en forma
escrita.
En este sentido, interesa saber si durante todo el proceso de investigación fue posible
reflexionar sobre las posibles causas de la lentitud para ese trance. En caso positivo, ¿Cuáles respuestas se
obtuvieron? En el mismo orden, nos gustaría saber, de ser posible, si en algún
momento del proceso surgió algún interés por saber si existe alguna relación
entre la forma en que el sujeto aprende a escribir con las investigaciones
recientes realizadas en torno a los nuevos conocimientos sobre el cerebro que
lee y el cerebro que escribe, y así como con las neurociencias y el aprendizaje
de la escritura. Es evidente que esta y otras preguntas no forman parte directa
del interés inicial de su estudio, pero en la historia de la ciencia es
altamente conocido el que las
serendipias, en ocasiones han resultado ser tan interesantes como los
resultados obtenidos a través del método, en sentido estricto.
La investigación que ha realizado el
profesor José Alejandro Rodríguez Núñez resalta el valor que tienen los
contenidos, es decir, el conocimiento como núcleo del desarrollo de todos los
demás elementos que integran todo proceso de aprendizaje. Tal vez lo pasó
desapercibido o quizás su propia praxis de vida académica alojada en el
subconsciente lo delató, no lo sabemos. De hecho, este producto y la exposición
oral del postulante Rodríguez ponen en evidencia los conocimientos que obtuvo
durante todo su proceso. Asimismo, los colegas miembros de este honorable
tribunal que han propuesto este enfoque en las aulas dominicanas evidencian un bagaje
de conocimiento, producto de la lectura sistémica de varias décadas. Todo
profesional formado en cualquier universidad del Mundo, desde Harvard hasta la “Universidad
Estatal del Hoyo de Chulín”, sabe que el conocimiento es el fundamento
principal de toda realización intelectual. Sin embargo, desde los enfoques por
competencias el contenido se considera como un medio para desarrollar destrezas
o competencias fundamentales, específicas y profesionales o utilitarias.
Pero, felizmente, la tesis doctoral
de José Alejandro coloca el conocimiento como principal variable de su
investigación, seguidos por las estrategias basadas en procesos cognitivos, las
actividades, los recursos discursivos y la evaluación; Esta forma en su
exposición muestra la gran prominencia que sigue teniendo el conocimiento para
que los sujetos puedan desempeñar múltiples funciones de su vida cotidiana y
profesional. En torno a esto, surgen preguntas importantes ¿Pueden los sujetos,
no uno ni dos, sino la generalidad cuantificable, desarrollar competencias sin
conocimiento? José Alejandro Rodríguez en su investigación cita la concepción
altamente conocida del lingüista y activista social vivo más importante del
mundo occidental, Noam Chomsky.
Esto le permite asociar la
competencia al conocimiento que un hablante/oyente ideal posee de su lengua,
que le permite, a la vez, producir una infinita cantidad de oraciones que nunca
antes había oído ni expresado. Para José Alejandro, lo más importante no es ese
conocimiento, sino lo que Chomsky denomina con el nombre de actuación. De ahí
que competencia-actuación-producto-producción-conocimiento-sabiduría, esta
última entendida como la aplicación práctica del conocimiento, son las
oposiciones que permean los resultados investigativos que el postulante
Rodríguez Núñez ha presentado en esta mañana, y que desde nuestra perspectiva
viene a complementar la bibliografía existente en el ámbito de la lingüística
aplicada, mutatis mutandis.
¡Enhorabuena, distinguido profesor de
nuestra Escuela de Letras, José Alejandro Rodríguez Núñez!
Dr. Gerardo Roa Ogando
Director de la Escuela de Letras, UASD
Santo Domingo, 15 de marzo de 2019
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